La inteligencia artifical ya está en las aulas universitarias: ¿Cómo responde Costa Rica?
La revista Technology Inside del Colegio de Profesionales en Informática y Computación (CPIC) dedica su edición Vol. 13, Núm. 1 (2025) a un tema que ya no es del futuro, sino del presente: la inteligencia artificial en la educación superior de Costa Rica. El artículo muestra cómo la IA ya está en las aulas: desde cursos híbridos y tutores inteligentes, hasta la primera guía estatal sobre su uso responsable. Estos avances traen innovación y alivio en la labor docente. Pero también hay señales de alerta. Aún no existen herramientas confiables para detectar textos generados por IA y la brecha digital sigue siendo un obstáculo para la equidad educativa. La conclusión es directa: la IA llegó para quedarse, y ahora el reto es que Costa Rica trace una estrategia clara para aprovecharla de forma responsable y sin exclusiones. El trabajo es una revisión crítica e integrativa de literatura muy reciente (≤3 años) con foco país y cinco ejes: docencia, evaluación, ética, transformación institucional y competencias digitales. La pregunta guía no es si la IA llegará, sino cómo ya está operando en la universidad costarricense.
1) Docencia universitaria
La escena cambió más rápido de lo que muchos esperaban: en la UCR, el I
semestre de 2022 cerró con 18,9% de cursos totalmente en línea y otro
~30% en modalidad bimodal o con alta virtualidad, superando la propia
meta institucional. El aula dejó de ser solo un salón: ahora es una
plataforma viva donde lo presencial y lo digital se mezclan sin pedir
permiso.
Y no es pura retórica: la IA ya personaliza el aprendizaje. En la
Escuela de Lenguas Modernas de la UCR, algoritmos de aprendizaje
automático ajustan ejercicios al nivel real de cada estudiante; un
“tutor inteligente” que acelera donde hay dominio y refuerza donde hay
rezagos. Lo que antes era inviable en grupos grandes —atender ritmos
individuales— hoy sucede en tiempo real. ¿Funciona? Los primeros números
son claros: un estudio local con 50 docentes reportó mejoras
significativas en las calificaciones y menos carga rutinaria para el
profesorado, con menor estrés y mayor satisfacción laboral. Traducción:
la IA no “reemplaza” al docente; le devuelve aire para enfocarse en lo
humano: orientar, dialogar, hacer pensar. Eso sí, no basta con
“encender” herramientas. La misma UNED empuja a experimentar de forma
crítica: elaborar exámenes y materiales con IA para comprender sus
límites, y discutir abiertamente con el estudiantado el uso ético de
estas tecnologías. La consigna es clara: que la IA complemente la
enseñanza sin sustituir el criterio pedagógico ni el pensamiento
crítico.La IA ya se sienta en primera fila y, cuando se usa con cabeza,
mejora resultados y desahoga al profesorado. La pregunta ya no es “si
llega”, sino cómo la integramos para que enseñe mejor… y no decida por
nosotros
2) Evaluación del aprendizaje
Aquí aparece uno de los hallazgos más inquietantes del estudio: ningún detector de IA es realmente confiable. Lo que significa, en palabras sencillas, que los profesores no tienen cómo probar si un ensayo fue escrito por un estudiante o por un chatbot. Las plataformas más famosas de “detección” han sido desenmascaradas: marcan falsos positivos, discriminan textos de estudiantes no nativos y, en algunos casos, fallan estrepitosamente. ¿La consecuencia? Los métodos tradicionales de evaluación están en jaque. Ensayos, resúmenes, tareas largas… todos se vuelven cuestionables en un escenario donde una máquina puede producirlos en segundos. El artículo advierte que seguir calificando de la misma forma es cerrar los ojos a la realidad.
Pero no todo es pesimismo: la solución está clara y, de hecho, es una oportunidad. El estudio llama a reinventar la evaluación, trasladándola a un terreno que la IA todavía no domina: proyectos auténticos, debates en vivo, estudios de caso, pensamiento crítico aplicado a la realidad del país. En pocas palabras: pruebas que midan lo que no se puede copiar ni automatizar. El mensaje es directo: la era del examen tradicional se acabó. Quien no lo entienda, corre el riesgo de que la IA lo apruebe todo, mientras el aprendizaje real queda rezagado.
3) Ética y uso responsable: la caja negra de la IA en las aulas
Si la IA ya se usa en la universidad, la gran pregunta es: ¿quién pone las reglas del juego? El artículo revela que en 2024 la UNED dio un paso histórico al publicar la primera guía estatal para el uso responsable de la IA en la educación superior costarricense. El documento habla de transparencia, protección de datos, explicabilidad de algoritmos y prevención de sesgos.
Pero aquí viene lo inquietante: mientras las máquinas corren a toda velocidad, las normas van en cámara lenta. El riesgo es que la IA se convierta en una caja negra dentro de las aulas, tomando decisiones invisibles y perpetuando desigualdades sin que nadie lo note.
Además, el informe señala otro peligro: si no hay vigilancia, la IA puede amplificar estereotipos, discriminar a grupos vulnerables y exponer datos personales sensibles de estudiantes y docentes. Dicho de otra manera, en vez de ser un aliado para democratizar la educación, podría convertirse en un multiplicador de injusticias. Sin ética, la IA en la educación es una bomba de tiempo. Costa Rica ya dio el primer paso con guías y lineamientos, pero falta lo más difícil: hacerlos cumplir en la práctica, en cada curso y en cada decisión pedagógica.
4) Transformación digital institucional: modernización a distintas velocidades
Los titulares suelen decir que Costa Rica “avanza” en transformación digital, pero el estudio de la revista pone un matiz: el avance es real, aunque a ritmos muy distintos.
Por un lado, la UCR marca la pauta. Su unidad METICS ya ha capacitado a más de 5.700 personas en mediación tecnológica, un esfuerzo que ha permitido que gran parte del profesorado y personal académico incorpore nuevas herramientas en su práctica diaria. También se han abierto foros interuniversitarios donde las rectorías discuten de frente el impacto de la IA en la educación superior.
Pero no todas las instituciones avanzan con la misma fuerza. Algunas han logrado implementar proyectos de vanguardia, mientras que otras enfrentan más limitaciones para dar el salto. El resultado es un sistema desbalanceado, donde la innovación se concentra en ciertos espacios y aún falta una estrategia nacional que garantice que todas las universidades puedan caminar en la misma dirección. La advertencia es clara: la transformación digital no puede quedarse fragmentada. Si no se logra coordinar esfuerzos, el país corre el riesgo de tener una educación superior que avanza, sí, pero de forma desigual.
5) Competencias digitales: la brecha que aún pesa
Si hay un dato que sorprende —y preocupa— es este: en 2021, el 46% del profesorado universitario costarricense tenía competencias digitales bajas. En otras palabras, casi la mitad de quienes estaban al frente de las aulas llegaron a la ola de la inteligencia artificial con poco dominio de las herramientas más básicas.
Desde entonces se han multiplicado los programas de capacitación: talleres, diplomados y entrenamientos exprés que buscan nivelar al personal docente. La UCR, por ejemplo, ha impulsado miles de horas de formación en mediación tecnológica, mientras que la UNED y otras universidades han fortalecido su oferta para preparar a sus académicos en el uso de IA.
Aun así, la brecha no desaparece de un día para otro. El reto es doble: formar a quienes no crecieron en un entorno digital y, al mismo tiempo, dotar a las nuevas generaciones de competencias críticas para convivir con la IA, no solo para usarla. Si no se cierran estas brechas, la IA podría ampliar desigualdades en lugar de reducirlas. La educación del futuro dependerá, en buena medida, de qué tan preparados estén sus docentes y estudiantes para aprovechar la tecnología con criterio y responsabilidad.
Conclusión: la IA ya está aquí, pero falta una estrategia para la educación
El estudio es claro y directo:
- La inteligencia artificial ya forma parte de la educación superior costarricense. Está en las aulas, en las evaluaciones, en los proyectos de docencia y en la gestión institucional.
- Costa Rica aún carece de una estrategia nacional para educación sólida para guiar su uso. Las brechas digitales, la preparación desigual del profesorado y la ausencia de lineamientos comunes amenazan con convertir esta oportunidad en un nuevo factor de exclusión.
Porque al final, por más digital que sea el futuro, la educación seguirá siendo, sobre todo, un acto profundamente humano.
Articulo original:
LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL YA ESTÁ EN LAS AULAS: ¿CÓMO RESPONDE COSTA RICA?
Autor: J. Alonso Solano Segura - Docente Universitario, San José, Costa Rica


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